lunes, 23 de mayo de 2011

Agradecemos a todas las organizaciones y personas que nos acompañaron en el primer "Encuentro por la Agricultura Urbana" en Morón sur. 

El sábado 21 de mayo en el predio lindero al Vivero Municipal se desarrolló el Encuentro para la Agricultura Urbana, "por una cultura con los pies en la tierra". Convocado por el Municipio de Morón, la Asociación Civil CEHLAC, y diversas organizaciones sociales. Uno de los propósitos de la actividad -de la que participaron unas 600 personas- fue dar a conocer el proyecto de agroecología para la producción de alimentos sanos en el área y educación ambiental. 

La apertura del evento la realizó el grupo de recreación Agora Ludus, y luego se invitó a la gente a participar de distintos talleres. El de compostaje fue coordinado por la Escuela Municipal Ricardo Rojas, el de agricultura natural por el Espacio Cu.Co.Co, el de Plantas Medicinales por el Vivero de Plantas Nativas "El Albardón, el de consecuencias sobre el uso de plaguicidas por RAPAL y  el de construcción de juegos y juguetes con material reutilizable por Agora Ludus

La radio abierta estuvo a cargo de FM En Tránsito, y por ella pasaran las experiencias y voces de las distintas organizaciones que adhirieron al encuentro y participaron con sus puestos informativos. Entre ellas la Dirección de Políticas Ambientales del Municipio de Morón, La Hojita, el Centro Cultural El Transformador, Revista Guarning, Chaya, CEHLAC, Icecoop, Puentes del Sur, Espacio Cu.Co.Co, Asociación de Productoras y Productores de Malvinas Argentinas, RAPAL, Agora Ludus, Fundación Huésped, Hornos tambor, Vivero "El Albardón", Huerta Carel Hue, Taller de Cocina Sana y Sustentable de Seguí Nicasio y Tecnologías apropiadas para la agricultura familiar.   

Les enviamos una crónica de lo compartido en esa jornada de este espacio que está naciendo.

El día empezó remoloneando. El sol se guardó un ratito más debajo de las sábanas de nubes, jugando para que las mujeres y los hombres que lo saludaban reconfirmaran su fe y las ganas de verse cara a cara. Y mientras él se desperezaba, la tierra abría sus brazos para recibirlo todo.Puestos, tablones, caballetes, sillas, banderas, juegos, músicas, empezaron a circular, a acomodarse. Entre varias manos y corazones poco a poco la placita se vistió de feria y de kermés. Silencioso, el viento también hacía su tarea. Al cabo de unos cuantos minutos la cobija gris volaba hacia el sur y dejaba los pies del sol al descubierto. Su calorcito comenzó a sentirse, y ya no quedó ninguna duda por despejarse.

Más hombres y mujeres se fueron acercando, y llenaron de color y contenido a la fiesta. “Somos lo que comemos”, “Soberanía Alimentaria”, “Agricultura Urbana”, “Reciprocidad”, “Sustentabilidad”, “Comercio Justo”, “Lucha campesina”; fueron las palabras que no se llevó el viento. Muy ancladas estaban porque nombrar es gestar y dar vida con sonidos y letras de carne y hueso.

Como la de los cuerpos de niños, niñas, jóvenes, adultos, abuelos, abuelas, que asistieron al encuentro. Los mates circulaban, las preguntas, las ganas, las ideas, las experiencias, las sonrisas, los intercambios. Las calabazas se convirtieron en los objetos más deseados, las papas del aire volaron hacia los bolsillos de chicas y chicos de múltiples hogares, las semillas de amaranto contaron sus secretos ancestrales y sagrados, las botellas de plástico se convirtieron en juguetes y las chatarras en maquinaria agrícola, las plantas nativas medicinales perfumaban el entorno y los germinados contaron que son mucho más que un proyecto escolar en un frasco con papel secante y algodón, que nos ayudan a mantener la salud y la vitalidad.
Cualquier escritor hubiese creído que estaba en el reino del revés. Al revés del consumismo, del individualismo, del aislamiento, del “no te metás”. Pero ese sábado no fue metáfora, fue verdad sembrada de poesía.
Escrita con el amor de pancitos integrales y mate cocido en la merienda colectiva, con bolitas de arcilla y semillas que reverdecen, con la diversidad de voces y expresiones circulando por la radio abierta, con la separación de residuos y la gesta de una abonera, con la naturaleza como medicina. Fue la fiesta de todas las edades. Vinieron semillitas en úteros, bebés que todavía no caminan y otros que ya bailan con estilo propio, chicas y chicos que registraban cada detalle con sus cámaras, señoras y señores. Para los más chiquitos es como una gesta, y para los más grandes como un retorno. Vecinos que dejaron su trabajo en el campo hace más de veinte años se vistieron de gala para compartir la emoción de volver a la huerta comunitaria.


Un poquito antes que asomara la luna los rostros enrojecidos dieron cuenta del juego del sol, que asoma cuando ve mañana y horizonte. Todas y todos, cada quien desde su lugar, dieron cuenta que la cultura con los pies en la tierra es soñar, sentir, hacer y ser parte del cambio que queremos ver.

Yamila



Un abrazo de todo el equipo de Agroecología en Morón, próximamente les estaremos comunicando nuestras futuras actividades.

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